domingo, 9 de junio de 2013

“La mala nutrición afecta al desarrollo cerebral del niño”




Cristina Azcona (Pamplona 1965), pediatra y especialista en endocrinología y nutrición de la Clínica de la Universidad de Navarra, incide en la importancia de que los niños lleven una alimentación correcta desde la infancia, años clave para la formación del cerebro. “Deben hacer cuatro comidas al día: desayuno, comida, merienda y cena”, resalta.
Pregunta. ¿Qué problemas causa una escasa alimentación en la infancia?
Respuesta. Una disminución calórica o una alimentación que no tenga la suficiente cantidad de proteínas, frutas y verduras o hidratos de carbono puede generar deficiencia de minerales como el hierro y de vitaminas. Eso afecta al crecimiento y también al desarrollo cerebral de los niños, que es muy importante en los cuatro primeros años de vida, y que se sigue formando hasta la adolescencia. Además, las carencias de principios inmediatos y nutrientes pueden dar lugar a rasgos como tener el pelo débil, problemas de piel o lesiones en las encías. También puede darse que la alimentación no sea escasa pero sí inadecuada, excesiva en hidratos o con grasas de mala calidad.
P. ¿Comer correctamente es caro?
R. Sí, de hecho, no es poco común ver situaciones de obesidad en personas con escasos medios económicos. La carne es muy cara, el pescado... Y no es solo el dinero, a veces los padres deben trabajar jornadas tan largas que no tienen tiempo de comprar comida adecuada. Eso puede causar deficiencias de proteínas y provocar que esos niños sean obesos pero con deficiencias de hierro o en calidad de nutrientes.
P. ¿Cuáles son las necesidades nutricionales de los escolares?
R. En general, las dietas actuales son excesivas en proteínas. Con que un niño coma al día lo que cabe en la palma de su mano de carne o pescado sería suficiente. Luego, por lo menos, debe tomar una ración de pasta, arroz o pan diaria, un plato de verduras y entre dos a tres piezas de fruta. Además, debe beber medio litro de leche al día o, si no es capaz de hacerlo, dos yogures o queso. También hay que intentar que las grasas no supongan más del 30% de lo que ingiere al día y que esas grasas no sean saturadas. No lo son, por ejemplo, las del aceite de oliva o el pescado azul... Eso sí, los niños deben hacer desayuno comida, merienda y cena.
P. ¿Comer mal causa problemas de concentración?
R. Se ha relacionado en distintos trabajos las bajas calificaciones en el colegio con que el niño no desayuna de forma adecuada. El cerebro necesita glucosa para rendir, de ahí la necesidad de los hidratos de carbono. Si el niño sufre hipoglucemia el cerebro se puede terminar dañando.
P. ¿Cómo alimentarles bien si el presupuesto familiar mengua?
R. Hay que ir a la comida más básica, frutas y verduras de temporada, marcas blancas... Y elegir alimentos con alto nivel nutricional, a veces se gasta en galletas o aperitivos, que no lo tienen. Con poca cantidad basta, no hace falta comer un chuletón. Es más importante la calidad que la cantidad.

Escuela de padres la mala alimentación en los niños un asunto de costumbres

Si bien y de acuerdo con la tradición un niño “gordito” era sinónimo de buena nutrición, en la actualidad este concepto ha cambiado radicalmente. Los avances y descubrimientos de la medicina prueban que en materia de comida, la cantidad no refleja precisamente su calidad.

niña no quiere comida

La mala alimentación en los niños puede generar problemas de déficit de atención, ansiedad, frustración y falta de comunicación en los pequeños. Estos inconvenientes sin contar los daños que las altas cantidades de azúcares, aditivos y grasas contenidos en las denominadas comidas ‘basura’ pueden originar directamente en el sistema coronario de quienes los consumen en cantidades considerables.

De acuerdo con datos suministrados por la Organización Mundial de la Salud, OMS, productos como las hamburguesas, los cereales comerciales de marca y la mayoría de las golosinas representan una ingesta superior de alimento a la establecida como máxima para resultar saludable, lo que se ha reflejado en los últimos años en un incremento sustancial de la obesidad infantil, la diabetes, las caries dentales e incluso algunos cánceres.

Resulta de suma importancia para los padres de los pequeños, evitar la mala alimentación en los niños y orientar sus hábitos de consumo a dietas saludables basadas en alimentos de origen natural, que permitan un balance entre proteínas, vitaminas y lípidos en lugar de una dieta recargada de calorías. Esto sin olvidar la siempre necesaria actividad física día a día que mantenga el buen estado físico del cuerpo.

Por supuesto no se puede olvidar la labor de los padres en mantener los patrones saludables de nutrición en sus hijos: prácticas como obligar al niño a que coma más de lo que desea, así como premiar los comportamientos esperados con golosinas o por el contrario castigarlo con la supresión de la comida, pueden desencadenar a futuro problemas relacionados con la mala alimentación en los niños como la bulimia, la anorexia o la obesidad.

La mala alimentación: evitarla desde la primera infancia

La mala alimentación en los niños debe ser evitada desde los primeros años de vida de los pequeños, a través de prácticas que lo conduzcan a hábitos saludables. Acciones como no darle pecho al bebé hasta el punto que se llene llevan a que este aprenda a alimentarse en cantidades moderadas y a su debido momento y así evitar que cuando sea mayor vea a la comida como un medio de evasión de sus problemas.

También es recomendable mantener al bebé en constante revisión pediátrica para que obtenga el respectivo control médico y le sean formuladas dietas alimenticias adecuadas; algunos especialistas sostienen que a los dos años de edad el niño debería haber probado un poco de varios tipos de comida, pero respetando siempre la tabla de pesos y medidas determinada por el especialista.

Se debe restringir que se salten las comidas de rigor del día (desayuno, almuerzo y cena), las cuales deben ser ingeridas en horas determinadas; estas deben contener una composición variada y equilibrada de carnes, harinas, verduras y frutas; y por último recurrir al agua como respuesta a la sed, dado que es un líquido libre de calorías y otros elementos que podrían recargar la dieta alimenticia. Recuerde que mantener la salud de los pequeños es cuestión de costumbre.